17.9.10

Ejercicio Hijo de Hombre pregunta 3

Pregunta 3

¿Cómo se relacionan en los primeros capítulos los temas Religión, Esperanza y Revolución? ¿Cómo engarzan con el gran tema sobre la construcción de la Utopía en Latinoamérica?

13 comentarios:

Georgina Heredia dijo...

Los pobladores de Itapé profesan una religiosidad mezclada, como en todo el continente. Podemos ver cómo su máxima comnemoración cristiana es el Viernes Santo, la fecha en la que Cristo murió, asimismo, el que Gaspar Mora haya tallado a un Cristo y lo traten "como una víctima a quien debían vengar" en vez de como Dios pues no saben si fue un hombre cuya sangre había sido inútilmente vertida o un Dios que, por serlo, no podía morir. Tambien se encuentran rasgos de su religión nativa, sobre todo con el acontecimiento del cometa y con la relación entre los hechos de la muerte de Gaspar con que pasara el cometa, símbolo del fin del mundo en la religión de los guaraníes. Incluso desde el principio del libro, hay dos epígrafes, uno perteneciente a la Biblia, y otro al himno guaraní. También se mezclan los fantasmas de las supersiticiones, los temores de castigos divinos, etc.

Alma Aurora Zapién dijo...

La Religión es la encarnación de la Esperanza, del ideal del que Rodó habla y sin el que nada en la vida, desde un simple acto personal e individual hasta una revolución social de todo un Estado, se puede lograr.
Éstos, a su vez, así compenetrados, constituyen el motor precisamente de la Revolución, la máquina por la cual la sociedad ha de sufrir los cambios estructurales que requiere para mejorar.

Anónimo dijo...

Gracias a su característica maleabilidad religiosa, estos pueblos paraguayos encuentran en la promesa religiosa de la redención la esperanza que en ellos se trasforma en la fuerza motriz de una voluntad de acción que les impele a ser ellos mismos quienes se procuren tal liberación. Finalmente, para estos hombres, la fuerza de los milagros no es otra que su propia capacidad de acción.

Belem Ruiz

amaranta rosas reinhold dijo...

todas las religiones conservan un matiz de esperanza, una idea de que algo mejorará, continuará, cambiará para el bien de quienes la creen y la profezan. En todas las personas existe algo que da cimiento a sus ideas y a sus esperanzas, para luego, más adelante, buscar la forma de cambiar ciertas cosas,por medio de distintos caminos, uno de ellos, la revolución, tanto de ideas como de costumbres

Paulina del Collado dijo...

Los pueblos paraguayos de los que nos habla Roa Bastos, Itapé y Sapukai, se caracterizan por su marginalidad. Sus pobladores no son precisamente millonarios y los personajes que se nos muestran viven al día; para mí lo anterior es importante porque es muy frecuente que quienes no hayan consuelo en lo material u otras cosas, lo encuentren en la religión. Ésta es, como ya lo han señalado, una fuente inagotable de esperanza. Le da al pueblo una idea de donde asirse. Esa idea puede ser la semilla de un cambio, de una revolución. No obstante, creo que en Hijo de Hombre la religión no es exactamente de donde proviene la fe, ésta puede provenir de muchos lados, como por ejemplo de las acciones del hombre.

Juan Brigido Rivera dijo...

Creo que más o menos he expuesto en mis anteriores comentarios la ligazón que une estos tres conceptos. La religión como fuente cismática debido a su cambio sustancial y como fuente de identidad crea necesariamente un pénsamiento revolucionario, si hablamos de independencia. La esperanza se fundamenta en la creencia del hombre; para Roa Bastos el camino no se llama "camino de Dios" se llama "camino del hombre", el hombre como forjador de su destino. al conjugarse estos elementos el cambio social es posible por la fe y la creencia en nuevos valores que fundamenten la sociedad. Sin embargo, en el texto de Roa Bastos esto no se cumple: la revolución muere siempre por el interes y entonces el hecho se vuelve mito; es curioso, se comienza a plantear la imposibilidad de un hecho.

Héctor Miguel Rodríguez dijo...

Religión, esperanza y revolución son los tres grandes caminos que, durante los primeros capítulos de Hijo de hombre, ayudan en la re-construcción de la Utopía Latinoamericana.
Entre los personajes de El Supremo, Kiraí Guasú, che rú Pilar y Macario Francia se establece una pequeña jerarquización representativa de la estructura social que Roa Bastos recrea en la obra. La idea del surgimiento de la Guerra Grande va dirigida a combatir la Dictadura Perpetua de “El supremo” y con ello a re-estructurar la Utopía Americana.
Justamente la concepción de estas tres palabras –argumentada en mis comentarios anteriores- es necesaria para entender el cambio de estrategia en la creación de América Latina. Tanto el guaraní arcaico de María Rosa resultaba incomprensible, como la implacable voluntad y el podre omnímodo del Supremo era intolerable. Sin embargo, el guaraní que empleaba Macario para hacer del dolor de sus historias algo más llevadero representaba la conjunción del doble nacimiento del hombre, de la orilla y la barraca que forman al río, de su nacimiento y su desembocadura.
Hay cosas que como yuja-ratá se perciben como intraducibles. Y es que la ideología que maneja Roa Bastos no plantea –según mi interpretación- la posibilidad de una destrucción del mundo, sino todo lo contrario. Religión y Esperanza, en Hijo de hombre, hacen de la Revolución un proceso que recubre las imperfecciones surgidas a partir de los movimientos independentistas y propone incluir todos los elementos que nos definen por más “difusos y terribles”. Porque somos como un sueño.

Itzel Avendaño Serrano dijo...

Como ya dije más o menos en mi respuesta de la pregunta anterior, Religión, Esperanza y Revolución están completamente relacionados. Por medio de la Religión se da una representación de los conflictos y disidencias de Itapé y así de los pueblos americanos. La esperanza cabe aquí también como una necesidad de los pueblos pero que en Itapé va en decadencia, tampoco creo que la de los itapeños sea una esperanza activa como la que propone Rodó. Creo que estos tres temas en Hijo de hombre son una gran mezcla que a veces es útil (como cuando se demuestra rebeldía al oponerse al autoritarismo de la Iglesia) pero a veces no (como cuando se olvida que el progreso no es piadoso y entonces la fe estorba a éste).

Creo que estos tres temas ayudan a representar el desencanto ya que son, los tres, intentos de construcción utópica con fuertes rupturas que provocan el desencanto y entonces Itapé es América “un pueblo muerto, absorto en su desgracia”. De tal suerte que los tres temas en vez de relacionarse de una manera armónica (algo realmente difícil en una sociedad tan conflictiva) parece que chocan unos con otros, se tropiezan, se atropellan y en vez de avanzar, caen. Son proyectos utópicos con su propio desencanto.

Diana Deyanira López dijo...

Una de las cosas de las que se nutre la religión es, primordialmente, la fe. Ésta de igual manera puede desembocar en una esperanza, un anhelo por mejorar la situación marginal de los pueblos retratados en la obra de Roa Bastos. El motor de las revoluciones siempre debe ir nutrido de fe y esperanza por que los cambios u objetivos buscados traigan bienestar, mejora y soluciones a los problemas de los individuos (o de los pueblos). Los esfuerzos por alcanzar el estado utópico en Hijo de hombre siempre se ven truncados, y no cumplen su objetivo, lo cual sume de nuevo a sus habitantes en el desencanto de la marginación: la "tierra de la desgracia".

Creo que en el caso de los pueblos de Hijo de hombre la esperanza que inspira a producir cambios surge de las acciones de los hombres, más que de la religión misma. Aún cuando al final la esperanza se disipe, Roa Bastos demuestra que la fe no sólo reside en lo divino, sino también puede ser creada por los hombres.

Daniel Rodríguez Laguna dijo...

Los tres elementos se relacionan ya que son necesarios para que los itapeños logren algo por sí mismos: la religión los lleva a tener esperanza, y ésta los impulsan a la lucha y a la revolución. En todos los proyectos utópicos que hemos visto y leído en clase la esperanza y la fe son factores de suma importancia: esperanza en los pobladores de Latinoamérica, esperanza en los jóvenes, fe en la educación, etc. Después de todo pienso que la utopía es esperanza en un porvenir mejor que se logra mediante la revolución de nuestras circunstancias. Y aunque esa utopía tenga su desencanto el hecho de luchar por lo que se desea implica un avanzar poco a poco, como bien lo dicen estas bellas palabras que escribe Eduardo Galeano en su libro Patas arriba: escuela del mundo al revés: “Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.

Imelda Sevilla dijo...

Macario derruido como la esperanza latinoamericana sigue aún en pie, cree todavía en los niños, en los hijos, que han de buscar sustento entre los escombros de las guerras y dictadores. Les habla del pasado para que saquen ellos sus propias conclusiones (en un ejercicio de pensamiento similar al de el Próspero de Rodó); los instruye sobre los orígenes del Cristo, pero no como parte de la religión que implica un dogma cohesionante sino como reclamo de humanidad; les habla de su propio Cristo (lo “nuestro” dice Martí, es preferible a lo “suyo”), hombre que se transformo en madera, pero hombre al fin. La esperanza también se da a base de equívocos, hay personas que encuentran luz en el reflejo del agua oscura, y se ahogan en ella (Rosas). En Hijo de hombre las personas de Sapukai están tan necesitadas de un redentor que lo encuentran en el médico ruso. El redentor-hombre es falible, pasa de santo a hereje (como Gaspar alguna vez), pero sobre todo no tiene interés alguno en serlo o predicar sobre ello. Un médico alcohólico como cualquier otro, que no cree en nadie, ni siquiera en él mismo y no necesita de nadie. No se puede sólo “esperar” a que venga alguien a salvarnos, y eso lo sabe bien Alexander Dubrovsky. Se tiene que realizar en nombre de la esperanza. Pese a nuestro pasmo, pese a todo. Esperanza sin acciones no es más que mentira y fe irracional que condena. La certeza de realizar las aspiraciones es casi nula, cuesta vidas (como la de marzo de 1912, Paraguay), pero hay que intentarla. Revolución es, como dice Paz, salto a la modernidad no sólo lucha armada, en Sapukai se quiere alcanzar a la modernidad reconstruyendo las vías y la estación que fue destruida con aquella explosión. Edificaciones que son monumentos a la mentira y al homicidio, sepulcros de la modernidad. Revolución como cambio de esquemas, la represión y la muerte son solo el nacimiento de una nueva generación, con problemas, pero también con más soluciones.
Para llegar a la utopía, a la concretización de todas las ideas sociales que la buscan, es necesario conocernos (como bien dice Martí). La religión es parte de los antecedentes, podemos ser ateos, agnósticos o budistas, pero somos culturalmente católicos, es parte de la herencia ibérica. El hombre moderno debe tener memoria; es necesario no sepultar el pasado, como no se debe olvidar la tradición antimoderna y la visión cosmogónica indígena. Una pieza importante de la integración de culturas es reconocer sus características individuales y poder así llegar a una identidad (Maslow diría que esto forma parte de la necesidad de pertenencia de los humanos) a partir de la cual abrirse paso a la modernidad. La esperanza y la revolución funcionan para esta construcción como salto cultural, es necesario esperar, sí, pero también realizar, y parte de realizar, de aplicar concretamente lo teorizado, es mediante una revolución. Revolucionar es educar, si no se educa el pueblo se cae en la demagogia oligárquica, en el fascismo y demás dictaduras. Democracia y educación construirán al hombre moderno (si es que tal pueda existir), falible, como todos los hombres, pero guía consciente de sí mismo hacia la construcción de una utopía o de un infierno.

Karen Díaz dijo...

La religión es el medio en el que el pueblo expresa su sentir. Ésta tan sólo es un medio, malinterpretada lo que en ella se deja ver es el deseo revolucionario que los del pueblo buscan. Ellos piden justicia piden la verdad, aún cuando sus corazones se encuentran confundidos acerca de qué es lo que se profesa su fe tienen la esperanza de encontrar en ella el camino y la liberación. Así es la utopía en Latinoamérica, un deseo por la realización que, sin embargo, no está fundamentado en las buenas interpretaciones, ni con la mira dirigida al blanco sino con un margen de error que al fin y al cabo, ya que no es corregido, nunca guiará a la meta.

Rosana dijo...

La esperanza es una de las virtudes teologales; consiste en confiar en que Dios dispondrá. La religión cristiana, entonces, mantiene la esperanza de los pueblos que la profesan.

La revolución, por su parte, para ser llevada a cabo, necesita ser creída; el pueblo que la desencadena tiene esperanza, sabe que no lucha por una causa perdida.

La cadena creada por estos tres eslabones, religión, esperanza y revolución, contribuye a la construcción de la Utopía al proporcionar la idea de que se puede ir más allá, de que los cambios pueden llevarse a cabo.