7.4.09

Rayuela


Cortázar planteaba una antropología poética como búsqueda extrema y fenomenológica de la condición humana. En el capítulo 59 se cita al antropólogo Claude Lévi Strauss con Tristes topiques.

La antropología poética entrevera una strecha relación con las palabras y la recreación de las mismas, como el lenguajes que es cadaz de traicionarse y explorar nuevos senderos.

Ejemplos con los capítulos 68, cuyas onomatopeyas del glíglico son significantes sin significados, formas fonéticas que paradójicamente recuerdan una relación sexual y el 32, la carta de la Maga a bebé Rocamadour donde su observa un ritmo. Cabe advertir la adjetivación arriesgada, afortunada y experimental y el uso de analogías que unen campos semánticos distintos y distantes.

A partir de una meditación de Morelli se considera una búsqueda para que la narrativa fluya sin que medie el pensamiento, es decir, que la palabra se comporte en su condición primigenia similar a una fuerza telúrica de la naturaleza, que sea sensación antes que sentido (o razón). Que la palabra semeje al comportamiento de la música, que puede ser entendida universalmente por todos porque es síntesis.

Los capítulos de Morelli son arte poética y ficción al mismo tiempo

La literatura que surge por debajo del volcán


La literatura como viaje al centro de la tierra. Intención de Cortázar de construirse una genealogía donde se siente hermano de la generación beat y, en especial, en la evidente referencia a la obra Bajo el volcán de Malcolm Lowry, el argentino también se une a su compatriota Roberto Artl, menciona a estos escritores por ser transgresores y utilizar la novela como una trinchera sobre lo humano. En el capítulo 118 se cita a Lowry con Under the Volcano.

Rayuela - Mandala


Varios estudiosos han mencionado que Julio Cortázar pensaba ponerle a Rayuela como título Mandala.
Aquí una breve definición:


En las religiones del Este, el mandala es un diseño de construcción laberíntica que como una rayuela se puede dibujar en el suelo para iniciar al adepto; o bien, como la pintura budista, puede adquirir la magnitud de una obra de arte. Con su ayuda, el iniciado va al encuentro de su propio “centro” (acepción de mandala en su traducción tibetana) recorriendo una ruta que es a la vez sensorial y espiritual, de contemplación visual y de meditación reflexiva; el mandala actúa así como un mapa con cuya asistencia se explora una geografía no cartografiada y un tiempo in illo tempore.1


[1] Jaime Alazraki, “Prólogo” de Rayuela. Ed. Ayacucho. pp. LXX-LXXI

6.4.09

Rayuela, lucidez lúdica

¿Cuál es el juego de Rayuela?


  • Retorcer el lenguaje: Novela lúdica – lúcida.
  • Juego de lo que se puede imaginar, interpretar.
  • El hombre y sus contradicciones: universal, imposible de resolver, desfase idea-realidad, polisémico, caleidoscopio frágil.
  • Valores relativos que dan paso a verdades múltiples.
  • Búsqueda en Rayuela de un punto de convergencia que encierre la VERDAD, lo ABSOLUTO; cuyo último objetivo es alcanzar lo auténtico: hermenéutica del sujeto.
  • Eliminar apegos y ser.
  • El juego de Cortázar en Rayuela es la LUCIDEZ.

No será la Tierra


Con el advenimiento de la crisis de la modernidad sobrevienen determinados fenómenos que suscitan una crisis en la cultura. Los ideales modernos de progreso y de búsqueda constante del futuro se ponen en duda. El individuo de la sociedad contemporánea carece de expectativas, carece de una visión de futuro, sólo trabaja a partir de un presente instantáneo. La crisis de la modernidad conlleva una pérdida de sentido, de dirección: el sujeto contemporáneo deja de poseer un horizonte de futuro y una razón de ser.


A diferencia de otras épocas de la historia de la humanidad en las que aún se mantenía cierta comunidad entre los individuos y, por ende, era posible formular una utopía colectiva, en nuestro tiempo esa unidad de individuos ha cambiado para convertirse en fragmentación, individuos aislados sin capacidad de dialogar para formar una causa común.


En lo que toca a esto es ejemplar No será la Tierra de Jorge Volpi, novela que retrata el mundo globalizado en el que existe una inmensa pluralidad sin nada de unidad, además de captar toda una serie de tipos sociales que no tienen ninguna expectativa trascendente de futuro, sino sólo ambición material o de plano la vida del desencanto.


Con este panorama de sociedades fragmentadas que resultan en sujetos desencantados, sólo cabe pensar en un trabajo individual y ya no colectivo. La creación de un ideal, de una utopía, se restringe al espacio propio: es la única revolución que nos queda. En este sentido es interesante observar El club de la pelea de Chuck Palahniuk, texto en el que se desarrolla una intensa batalla del sujeto contra sí mismo con intenciones de revolucionar su espíritu.


En el mundo actual ya no se desea un porvenir excelso, sino más bien se trabaja para que el presente no sea tan nefasto; ya no hay una gran esperanza, sino sólo una en pequeña escala para trabajar sobre el presente.