6.4.09

No será la Tierra


Con el advenimiento de la crisis de la modernidad sobrevienen determinados fenómenos que suscitan una crisis en la cultura. Los ideales modernos de progreso y de búsqueda constante del futuro se ponen en duda. El individuo de la sociedad contemporánea carece de expectativas, carece de una visión de futuro, sólo trabaja a partir de un presente instantáneo. La crisis de la modernidad conlleva una pérdida de sentido, de dirección: el sujeto contemporáneo deja de poseer un horizonte de futuro y una razón de ser.


A diferencia de otras épocas de la historia de la humanidad en las que aún se mantenía cierta comunidad entre los individuos y, por ende, era posible formular una utopía colectiva, en nuestro tiempo esa unidad de individuos ha cambiado para convertirse en fragmentación, individuos aislados sin capacidad de dialogar para formar una causa común.


En lo que toca a esto es ejemplar No será la Tierra de Jorge Volpi, novela que retrata el mundo globalizado en el que existe una inmensa pluralidad sin nada de unidad, además de captar toda una serie de tipos sociales que no tienen ninguna expectativa trascendente de futuro, sino sólo ambición material o de plano la vida del desencanto.


Con este panorama de sociedades fragmentadas que resultan en sujetos desencantados, sólo cabe pensar en un trabajo individual y ya no colectivo. La creación de un ideal, de una utopía, se restringe al espacio propio: es la única revolución que nos queda. En este sentido es interesante observar El club de la pelea de Chuck Palahniuk, texto en el que se desarrolla una intensa batalla del sujeto contra sí mismo con intenciones de revolucionar su espíritu.


En el mundo actual ya no se desea un porvenir excelso, sino más bien se trabaja para que el presente no sea tan nefasto; ya no hay una gran esperanza, sino sólo una en pequeña escala para trabajar sobre el presente.

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