17.9.10

Ejercicio Hijo de Hombre pregunta 2

Pregunta 2.

¿Cómo podrías calificar (denominar, caracterizar) el tipo de religiosidad que viven los pobladores de Itapé? Argumenta tu respuesta.

14 comentarios:

Georgina Heredia dijo...

En el libro, la religión, la esperanza y la revolución se encuentran muy relacionados. Basta recordar las frases "Donde hay fe hay milagros" y "La fe estorba al progreso". La religión da fe, y la fe da esperanza. Si no se puede confiar en que todo puede mejorar, no habría intentos de revolución, siquiera. Esto tiene que ver con la Utopía porque uno sólo puede atreverse a pensar en un mundo ideal o en una situación mejor si tiene fe en que las cosas pueden ser cambiadas. No me imagino una revolución sin esperanza, no tendría suficientes bases como para mover a las personas que las acometen. Se necesita tener una fe enorme (como puede darla la religión) para lanzarse a hacer una revolución, para atreverse a huir (como Casiano y Natí) y para no conformarse con lo establecido. La religiosidad llena de supersticiones también funciona para creer en los milagros de una Utopía.
[Nota: este comentario pertenece a la pregunta 3 y el que se encuentra ahí corresponde a esta pregunta.]

Alma Aurora Zapién dijo...

En el libro podemos encontrar que a los itapeños se les califica de fanáticos y además, de herejes, sin embargo, yo no les daría esa caracterización, pero sí la de sui generis.
Sin llegar a la irracionalidad del fanatismo, los itapeños se hacen devotos del cristo leproso no a la manera de feligreses sino a la manera de adheridos a un partido político o a una causa común, y aunque en estos ámbitos también caben, por desgracia, comportamientos del mismo tipo, lo cierto es que detrás del sentimiento de fervor religioso se agazapa el de la disidencia, el de la inconformidad que amenaza con explotar en cualquier momento. Tal vez por eso se dice de ellos que son herejes también, ya que han hecho una especie de "inversión de la fe", como dice en el libro.
Por otra parte y por último, quisiera comentar que el cristo del cerrito es un símbolo de fe, pero no de la religiosa sino de fe en el hombre al haber sido hecho por aquel leproso que, aunque él mismo lo negara, había hecho tanto por su comunidad sin pedir nada a cambio. El Cristo es, pues, su última gran obra y contribución para con el pueblo del que era porque, al representarlo en él (lazerado, humillado, dominado), le dio una razón para seguir existiendo.

Anónimo dijo...

“Los indios hicieron como que creyeron. Pero ahora eso no importaba ya a nadie” (Roa, 2009; 86). De tal suerte que la religión itapeña es sólo una costumbre impuesta por los jesuitas, hábil superposición de mitos, mera consecuencia superficial de la aculturalización evangelizadora; por ende, algo cuyo sentido está sujeto a discusión y resulta adaptable a las circunstancias.

De la misma forma en que el Cristo de Gaspar Mora había sido labrado a su imagen y semejanza, tanto los itapeños como las propias autoridades religiosas adecuan la religión a sus fines; de ahí la forzada incorporación del Cristo leproso a las celebraciones religiosas de Itapé o la contradictoria vida del cura Fidel Maíz.

Belem Ruiz

amaranta rosas reinhold dijo...

es una religión distinta a la mayoría, sobre todo distinta a la católica cristiana. El cristo que ponen afuera representa esa diferencia ya que aunque algunos hombres estan en contra de que se encuentre dentro de la iglesia, a los hombres que creen en la religión y la boindad como tales les parece que no importa la imagen que sea sino lo que ésta significa.
Estas personas que veneran al cristo leproso no lo hacen por ser un cristo, sino por quién lo hizo, cómo y porqué razón.

Paulina del Collado dijo...

No sé si designaría de alguna forma el tipo de religiosidad de los itapeños. Siempre he pensando que la religión está ahí porque el hombre la necesita, de alguna forma satisface sus inquietudes ontológicas y dota de sentido su exitsencia. Todas las religiones contienen dogmas y para aquel que está convencido de su religión el cumplimiento de los mismos es un deber.
Por otro lado, pienso que hay que fijarnos en la historia del Paraguay; en las colonias españolas se impuso el catolicismo como religión única y se intentó acabar con las raíces indígenas. Sin embargo, en los pueblos paraguayos la convivencia del pasado indígena con la cultura española fue constante (basta con pensar que como idiomas oficiales tenían el guaraní y el castellano).
Con lo anterior, no es muy difícil pensar que tal vez los itapeños que describe Roa Bastos no satisfacen sus inquietudes a través del catolicismo (que como bien apuntó Belem no es más que una imposición) pero hay algo que sí los dota de sentido y con lo que sí logran identificación: el cristo leproso que construyó Gaspar ¿Por qué? no es el hecho de que sea la imagen del redentor de la religión católica, es el hecho de que sea semejante a ellos, el hecho de que esté enfermo, que haya sido marginado de la iglesia por su origen, que quien lo creó sí mostró hacia ellos la empatía que no mostró la religión. Se sienten indetificados... tal vez sea descabellado pensarlo pero me recordó mucho al caso de la virgen de Guadalupe...¿ustedes qué creen?

Juan Brigido Rivera dijo...

A mi me gustó mucho esta parte porque refleja una posibilidad de la religión que fue, curiosamente, tomada como estandarte revolucionario en el proceso de independencia mexicano. La religión al ser un acto de fe implica una creencia, es decir, un motivo "inamovible" por el cual el hombre puede dar incluso la vida; cuando la religión estandar es trastocada por la infiltración de nuevas costumbres necesariamente cambia sus ideales, de manera más o menos profunda, y crea un sentimiento cismático. Esto es lo que pasó con el pueblo de Itapé: en primer lugar se maneja el sincretismo colonial que impregnó de concepciones indígenas el cristianismo; también se maneja la evidente contradicción de una doctrina y un hecho religioso: la negativa del sacerdote y su juicio de valor acerca del cristo demuestra eso, porque ni Gaspar era un mal hombre, hago hincapié en la sublimación, ni el cristo era producto de una herejía, el hecho mismo de construirlo como unico consuelo revela una estimación alta de la figura; no conforme con esto, la religión se adapta a la necesidad del pueblo cuando el otro sacerdote contradice al primero y entonces la maña conquistadora se manifiesta profundamente. Este hecho marca la derrota de Macario, porque su defensa a favor de la imagen era su pureza en relación con lo maniatado del cristianismo. El acto de Gaspar es un acto de purificación, a través de él, su cristo se vuulve más entrañable y es por ello que se manifiesta herético: no concuerda con la situación real de la iglesia ni con la situación real del pueblo: su defensa, en la parroquia, será un acto de amor. Esto paso con la virgen de Guadalupe y el sentimiento nacionalista que despertó, porque se había convertido, aunque no lo supieran, en un símbolo de identidad.

Itzel Avendaño Serrano dijo...

La religiosidad de los itapeños es, una vez más, una adopción y no adaptación de algo ajeno como es la religión cristiana que se incrusta forzadamente como una pieza del rompecabezas mal puesta dentro de las costumbres que ya estaban antes y que de cierto modo la rechazan. La religión católica es de cierto modo una religión transgredida en donde Dios es un hombre, Cristo es muy parecido a ellos, es Gaspar Mora (el hombre nuevo y real de Itapé).
Esta no adaptación es muy importante porque es lo que une a los itapeños disidentes y los separa de los resignados al autoritarismo de una institución como la Iglesia. La religiosidad que viven en Itapé es como una queja y rechazo a lo impuesto, es la representación de los conflictos y la rebeldía de su mismo pueblo enfocado en algo tan fuerte para un pueblo como la religión.

Héctor Miguel Rodríguez dijo...

Religiosidad de los Itapeños:
Con respecto a la religiosidad de los pobladores de Itapé, rescataría algunas líneas del texto en las que el autor dice que “los itapeños tenían su propia liturgia, una tradición nacida de ciertos hechos no muy antiguos pero que habían formado ya su leyenda.”
En este sentido, se habla también de una inversión de la fe. El Dios de la religión católica que decidió morir por amor a los hombres procurando su salvación, para los itapeños no es más que la representación simbólica de su propio sufrimiento. Ven reflejado en Cristo a un hombre víctima de su propio destino. Incluso, este hombre -según los cuentos de Macario Francia- puede llegar a recibe el nombre de Gaspar Mora, el mulato de la selva.
En esta nueva interpretación de la religiosidad debe sentirse, en todo momento, la memoria viviente del pasado y la esperanza en el porvenir. Por esta razón, Macario Francia no murió víctima de los azotes de su padre, o en las manos de los gemelos Pedro y Vicente, o en la Guerra Grande. Macario no dudaba en su fe; si se salvó fue porque él creía firmemente en algo.

Diana Deyanira López dijo...

Creo que la religiosidad de los itapeños es adoptada como un medio de resistencia, hasta cierto punto. Es cierto que pueden trazarse rasgos de sincretismo en la manera como la religión fue impuesta, pero aunado a las profundas raíces indígenas que mantiene este pueblo, la religión entra en contradicciones. Considero que no puede hablarse de una religiosidad en la que se hayan fusionado las raíces indígenas y cristianas, sino que resulta algo mucho más heterogéneo, conflictivo. No por nada se califica a Itapé como un pueblo fanático y hereje. ¿A qué viene esta aparente contradicción? La irrupción e imposición de una religión que, en primera instancia los habitantes "parecieron comprender" fue invertida para volverse un medio que manifestara la inconformidad y disidencia del pueblo. La religiosidad se vuelve así otro símbolo para representar una postura ideológica que, en este caso a través del Cristo, los itapeños pueden identificarse y reconocerse como pueblo y aspirar a algo más que la imposición de la cristiandad.

Daniel Rodríguez Laguna dijo...

La religión es una forma de unificar a los iguales, es una forma de congregarse y ser uno, por los itapeños, de cierta forma, defienden al Cristo, pero además por que representa su propio sufrimiento: el dolor los une. Así la religión dentro de la novela es una forma de sublevación y al mismo tiempo es una de las pocas cosas que permanecen ante la modernización. Las raíces de la religión están bien cimentadas, siempre en suelo fértil regado por esas historias y memorias del pueblo.

Pero al mismo tiempo es una manera de separar al pueblo, hay que recordar el pasaje de la novela donde surge el conflicto entre la iglesia y parte de la población. Hay que resaltar la religión de los sublevados no es la mima que la del resto del pueblo, pues los que veneran al Cristo leproso realmente veneran al hombre que está de tras de él, es decir, Gaspar. Los que cargan con el Cristo leproso no escuchan la palabra de Dios sino la guitarra del muerto, el cual con su enfermedad, su retiro y su oficio de carpintero les legó a todos la religión.

Imelda Sevilla Espejel dijo...

Quizá no lo estoy viendo de manera adecuada, pero al grito de Macario, el pueblo elige al Dios que quiere; al que, como Jesucristo, se identifica directamente con el hombre (el enfermo que lo talló, en este caso, Gaspar Mora); no al sordo, al esquivo mudo de la iglesia suntuosa que mira desde su pedestal dorado. Eligen la talla de madera nacida de las manos de un hombre (Gaspar), talla que es, después de todo, el mismo hombre: el que ha sufrido, el ha dado todo lo que tenía por los que no, el que ha resistido y conoce la realidad de los otros. La religión que no era suya y que algunos “hicieron como que creían”, ha llegado a ser totalmente parte de ellos, con este hombre-dios de madera; es su elección a pesar de todo, a pesar de los cánones de la religión que siguen. Esta rebelión da el gran salto, se deposita de nuevo fe ciega en el hombre (podrá ser el demonio para el cura, sin embargo es este el Dios que quieren, es suyo), pero no en un desconocido santo varón caucásico, que si bien murió para redimir a los hombres, es un extraño de cuya existencia comienza a dudarse. Se cree en Gaspar Mora, y los hombres que son como él. Se reta a la institución corrupta que era la iglesia, se reta a la biología y al bacilo de Hansen, al Dios sordo contra el dios hijo de un leproso (que paso de creador a creación). Gaspar mismo es el hombre que es bajado de la cruz y llevado ante la iglesia para que esta lo reconozca como persona y como Dios.

Anónimo dijo...

con respecto a la religiosidad que viven, me parece que es de una manera no tan enajenada, no al menos como lo quisiera la iglesia, no son los tipicos religiosos que se dejan llevar por lo que se les impone, ellos manifiestan su religiosidad de diferente manera, de forma piadosa, y viendo al hombre como creador de Dios y no como a Dios creador del hombre. Cuando Macario "Gaspar no queria estar solo" Gaspar crea al cristo para no sentirse solo, como ayuda para la vida.
por esto que gaspar cra al cristo de madera.
Angélica Franco

Karen Díaz dijo...

la calificaría como una especie de fanatismo que envuelve las masas. Algo así como el fenómeno que ocurre en un linchamiento. Es la pérdida de la racionalidad o lógica común en cuanto a los actos envuelta de un sentido de unidad. Sin embargo ocurre un fenómeno en cuanto a la manera de llevar la fe de este pueblo. Ellos buscaban justicia en cuanto a lo que para ellos era justo, aun cuando se apartara de la doctrina que buscaban profesar.

Rosana dijo...

Creo que cada pueblo vive su religiosidad obedeciendo a sus necesidades. Los itapeños encontraron en el personaje de Gaspar algo en qué creer, alguien a quién seguir.

Durante las procesiones del Viernes Santo, con el Cristo del cerrito a cuestas, los fieles expresaban la angustia, el resentimiento o la esperanza que la liturgia cristiana no podía.